Sobre Carvansaray

Carvansaray es un blog dedicado a descubrir lugares sagrados, visitar las órdenes sufíes y conocer a sus derviches, acercarse a religiones milenarias, explorar un paisaje humano, oír las pequeñas historias de la gente común, preguntar por tradiciones y por mitos, rescatar relatos y murmullos, ver la diversidad de las tierras del Islam. Cualquier camino del mundo en el que se encuentren los amantes de Dios pinta el mapa de las tierras del Islam. Por ellas se aventuraron los antiguos viajeros considerando el viaje como una forma sagrada de conocimiento basada en el encuentro con el otro y con lo otro.
Como sabían aquellos legendarios deambuladores, no se trata de ser turistas sino de volverse peregrinos. Y sobre todo, estar dentro de la baraka del viaje, permanecer dentro de ese estado en el que todo sucede, en el que todo puede suceder. Porque es allí donde tienen lugar los encuentros, donde el temor a lo(s) desconocido(s) se desvanece y crecen a cada paso posibilidades, relatos, amistades efímeras pero verdaderas. Porque es allí donde nos conmueve la solidaridad infinita de esos otros que me dan cosas que jamás les podré devolver. Porque es allí donde sentimos que vamos flotando de aventura en aventura sobre las turbulencias del mundo que no nos tocan, y palpitamos que no hay más anhelo que el de seguir enhebrando pueblos a la experiencia, porque el camino también continúa, adelante, siempre.

¿Qué es un carvansaray?
Carvansaray es el lugar donde la caravana descansa, donde los viajeros de distintos puntos se sientan en torno a un mismo fuego. Hay un halo de espontaneidad convocado por el misterio de la coincidencia: todos saben que es probable que jamás se vuelvan a ver. Las palabras en lenguas desconocidas se entremezclan con los aromas de las especias que se impregnaron en las ropas de los mercaderes. Los caballos o los camellos beben juntos un agua siempre extraña, siempre nueva, y cierran los ojos bajo las estrellas maternales, única patria y única familia de la antigua nación nómada. Desde el fuego, en la hora en que los ojos se cierran y hasta los pájaros de la noche se callan, parecen surgir con su magia ancestral las chispas de las historias. Como en un trance las palabras suceden a las palabras, flotando solas a tal punto que nadie puede recordar en qué idioma se dijeron. Crecen palacios y princesas, ciudades y tesoros. Sabios, amantes y mendigos nacen de la urdimbre del relato y se materializan en el cielo como constelaciones. Las historias son el texto, son el libro, son la verdadera ganancia del viaje. En algún punto son todas la misma; desde otro lado son todas diferentes. Cuentan lo que ya se sabía pero era a su vez desconocido. Tienen algo de espejo: es difícil distinguir en el reflejo qué es lo íntimo y qué es lo ajeno. Es por eso que cuando la furia de la mañana llega y los que ayer fueron hermanos hoy son extraños, nadie sabe con exactitud en qué punto del relato dejó de escuchar y comenzó a dormir, porque todo pareciera haber surgido de un sueño.

Sobre mí

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Me llamo Alif y nací en Argentina. Me gustan las plantas, las lenguas y los rituales. Crecí entre libros y árboles, disfrutando de leer y escribir y soñando con conocer el mundo. Pasé mi adolescencia entre anarquistas y punks, luchando por una revolución que transformara la Tierra en un lugar más hermoso y más libre. Pasté durante algunos años por los pasillos desteñidos de la universidad. Junto a mi compañero viajé a dedo por América del Sur y Europa, sin destino y sin fecha de regreso. Recorrí más de 30 países, pero me enamoré de Estambul. Después de conocer a devotos y derviches acepté el Islam como quien se ciñe a una brújula brillante. Desde entonces viajar dejó de ser un deambular efímero y se convirtió en una especie de peregrinación en busca de conocimiento y de baraka. De nuestra última travesía por Turquía, Irán y los Balcanes no solo trajimos nuevos aromas e historias, sino también el regalo más hermoso: la semilla de nuestra hija que ahora corretea alrededor mientras escribo. Junto a ella conoceremos otras tierras y viviremos nuevas aventuras, Inshaallah. Los invito a compartir mi viaje, a ser parte de la misma caravana que sigue adelante anhelando una estrella que marque el camino sin mostrar el rumbo. ¡Bienvenidos a Carvansaray!

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